Son tiempos extraños los que nos está tocando vivir. Estamos atravesando una situación, que solo creíamos posible en las películas apocalípticas, esas de fin de mundo y zombies. En nuestra realidad, no hay muertos vivientes por las calles, pero la podemos llegar a sentir igual de catastrófica y sin salida.
Durante esta cuarentena, hemos pasado por diversas etapas emocionales, como en todo duelo, y el duelo se produce en toda situación de perdida, donde tenemos que asumir una muerte, ya sea física de una persona, pero también simbólica, una relación que se acaba, una etapa que se cierra antes de lo esperado, un cambio de ciudad, un amigo que se traslada… hay múltiples situaciones de perdida… La primera de estas etapas es la negación, no nos creemos lo que está sucediendo, lo minimizamos, le quitamos importancia, obviamos que sea verdad, es decir, negamos esa realidad, eso pasa en otros sitios a otras personas, no a mí o aquí…
La segunda etapa es la rabia, ya está aquí, ya la estrategia o mecanismo de defensa de la negación no es válida y surge la rabia, ¿por qué no se ha hecho esto o lo otro?, estamos más irascibles, nos enfadamos sin motivo contra otros e incluso con nosotros mismos.
La tercera etapa es la consecuencia de experimentar miedo, incertidumbre, esa sensación de pérdida de control e inestabilidad: ¿qué va ocurrir?, ¿ cómo vamos a salir de esta?, ¿a ver si me voy a enfermar?. Son sensaciones que nos cuesta asumir y para las cuales no solemos tener recursos emocionales, nos gusta sentir suelo firme bajo nuestros pies y pensar que tenemos toda nuestra vida asegurada, sabiendo en todo momento lo que nos va a suceder. Bueno, esto nunca es real, la vida siempre tiene formas sorprendentes de demostrarnos que no controlamos nada, y está vez, es a nivel planetario. Esto no quiere decir que no podamos hacer nada, y que todo este fuera de nuestro control, sino solo que el enfoque es erróneo, la mirada tiene que provenir siempre de dentro hacia fuera, de nosotros al exterior y no al revés. Manejarnos a nosotros mismos y desde ahí ver, como podemos funcionar en la tormenta.
Esta etapa, es una montaña rusa emocional. Junto con la rabia, la angustia, apatía, tristeza, e incluso estados de ansiedad, son otros estados emocionales que podemos sentir. No tienen un orden, sino que depende de la persona y como sea capaz de procesar o enfrentarse a ese momento. Hay que darse cuenta que cada persona, está como puede estar, hay que ser compasibles y amables con nosotros mismos.
La tercera etapa es la negociación, nos empezamos a plantear distintos escenarios anteriores, diferentes, nos da sensación de que así se podría haber cambiado la situación: si se hubiera hecho esto o aquello…
Después llegaría la etapa de aceptación, es lo ideal, llegar a dejar de pelearnos con lo que nos está pasando y empezar a ver qué puedo hacer dentro y con estas condiciones. Llegar aquí no siempre es fácil, más bien es bastante difícil. El estrés y la ansiedad, de las etapas anteriores, nos bloquean y hace que no nos sintamos capaces de ver otras opciones o incluso de sentirlas válidas.
Ahora bien, qué podemos hacer para ir trabajando el aceptar la situación, o dicho de otro modo, rebajar nuestro miedo, estrés, el estado ansioso.
El recurso más sencillo y disponible, RESPIRA. Tomate todos los días, varias veces al día, unos minutos para pararte a respirar, lento y profundo, o simplemente, si esto te pone nervioso/a, respira a tu ritmo, y se consciente de cono estás, como está tu cuerpo, como esta tu mente, tus pensamientos, y después, céntrate en tu respiración dejando de lado el resto.
Aceptación de tu estado emocional, no te pelees contigo mismo/a, tampoco te acomodes en tu estado, obsérvalo, experiméntalo, funciona a pesar de el, no con el, ni desde el, ejemplo, me levanto nervioso/a, de acuerdo, estoy en alerta, qué pasará hoy… respiro, acepto que estoy en un estado de alerta, normal en esta situación, respiro, y ahora voy a funcionar, sin estar pendiente de mi estado, es decir, no repitiéndome, que nervioso/a estoy o que mal, esto no se me pasa. Y tampoco permitiéndome ir acelerado/a, intentando rebajar i ritmo, desde amabilidad conmigo mismo/a.
Intenta hacer algo de deporte. En estos momentos tenemos a nuestra disposición un montón de recursos para guiarnos a la hora de hacer una rutina en casa, o simplemente invéntate una.
Si puedes práctica una técnica de relajación. Si durante el día no puedes, prueba a hacerla al acostarte, no tiene que ser muy larga. Mi recomendación, la relajación progresiva de Jacobson, la puedes encontrar fácilmente en Internet.
Ponte unas rutinas diarias, ver una serie, leer, crucigramas, deporte, hacer la comida, limpieza, jugar con los niños.
Evita la sobreinformación, desconecta de redes sociales, desconecta del tema, date un respiro. Nuestro cerebro se sobrecarga, y lo sometemos a estrés.
Es recomendable, darnos un tiempo con cero estimulación para descansar de sobreestímulos, Whatsapp, Facebook, videollamadas… descansa, apaga todo.
Apoyo emocional, habla con tu pareja, familia, amigos. Mantén el contacto con ellos, siente que existe ese contacto, aunque no pueda ser físico, existe puedes escuchar sus voces, su tono, volumen, ver sus caras, expresiones…
Date permiso de no hacer nada, si en un momento determinado lo necesitas, o un día.
Ante todo y sobretodo, intenta estar en el AQUÍ Y AHORA. Trabaja para distraerte de lo que va a pasar, de que será del futuro, busca tu refugio en lo que estás haciendo en este momento.
Como me dijo un formador muy estimado por mí, una vez, somos lo que nos está ocurriendo, solo podemos estar y ser desde el ahora, y estamos en un constante equilibrio inestable.
Y si te sientes superado/a, desbordado/a, que por ti solo/a no puedes sobrellevar esta situación, pide ayuda, los profesionales seguimos trabajando de forma online.