Todos en alguna ocasión vamos a pasar por situaciones difíciles: perdida de trabajo, ruptura de pareja, muerte de ser querido, problemas en los estudios, con los amigos o simplemente una crisis con nosotros mismos…. Pero debemos ser felices y estar bien siempre, por qué? porque sí. Estamos en la cultura que denomino ” de la cocacola”, es decir, la cultura de la perpetua felicidad, donde la aceptación de estados negativos está casi prohibido.
Nos obligan a ser jovenes, vitales, alegres, decididos, tener buena imagen… no se nos permite estar mal. Está mal visto. Nos bombardean con mensajes que nos hacen sentir culpables por lo que nos pasa o sentimos, del tipo: atraes lo que piensas, el universo te recompensa por tu actitud… y la gente, o no saben como actuar ante el sufrimiento, o te sueltan con frases como: eres tonto/a por estar así, si lo tienes todo de que te quejas, no es para tanto… y si estás triste más de 5 días es que tienes una depresión de caballo. Medícate!, no estás funcionando bien.
Y qué ocurre con las personas que sufren?, que se sienten culpables por ello, frustradas, débiles, sienten que algo va mal en ellas, no saben el qué, pero algo no funciona como debería, o están haciendo mal las cosas. La consecuencia, rechazan lo que sienten y a si mismas. Esto lo que genera en ellas, es que se anclen más en ese sufrimiento y las cueste más sobreponerse a ello. Comienzan una lucha con una parte de si mismas, en vez de integrar lo que las está pasando. Cómo se separa la leche del café?, imposible. Nosotros tampoco podemos separarnos de una de nuestras partes, aunque está sea emocional. Genera que se pida tarde ayuda a la hora de ir al psicólogo, porque esa ya es la absoluta confirmación de lo anterior: no se funcionar bien.
Necesitamos reaprender que en la vida vamos a atravesar etapas complicadas, que nos van causar dolor y malestar, y que eso es totalmente lógico y normal, es más, es sano. Lo que hay que intentar es a aprender a manejar esos estados desagradables, para poder afrontarlos y salir de ellos lo más reforzados posibles y el primer paso es aceptarlos y si no se puede con ellos acudir a un profesional que nos ayude a comprenderlos y manejarlos.
En serio, no pasa nada, sigues siendo igual de válido/a.